jueves, 9 de abril de 2009

Capitulo 2°

*
* *
Las noches primaverales en Rashaya eran hermosas, eran para reunirse a disfrutar de un Mate (una bebida Argentina que llegó a los finales siglo XIX, y sigue siendo una tradición en aquellos pueblos Drusos), y de una cena campesina: “labne” ( kumis hecho de leche de oveja, de cabra o vacuna) bañado con aceite de oliva virgen, queso de cabra salado, aceitunas, orégano silvestre secado y molido con otros ingredientes mezclado con aceite de oliva (zaatar), variedades de verduras silvestres recogidas durante el día, con un pan árabe horneado hecho de la harina de trigo producido por aquellas tierras; este lapso de tiempo era para la tertulia, como también, para organizar las labores del otro día, evaluando lo que se hizo durante el día, con el sazón de algún nuevo chisme alegre, o de noticias graves como lo que iba a suceder en aquella noche…

El padre de Ward, Khattar, un hombre conocido, era el que traía el dinero de los sueldos de los turcos antes de la ocupación francesa después de la Primera Guerra Mundial; un trabajo, en aquella época, que era para los verdaderamente valientes, para los que no temían a la muerte, y por supuesto, con la capacidad de defender la carga que venía encima de los lomos de los caballos. Era un trabajo con mucho riesgo, y a él que iba siempre solo, nadie se atrevía a cruzar en su camino y los ladrones de aquella época sabían que meterse con él era algo casi imposible.

Khattar estaba preocupado aquella noche, se le notaba la angustia… tenía noticias desagradables, esperó hasta que sus pequeños fueran a dormir, para comunicar a su esposa Tej (Corona, en árabe) la mala noticia:

- hoy fui elegido el Porta Estandarte para liderar el levantamiento – dijo él- me honraron con este cargo, la libertad no se negocia con nadie; nacimos libres para vivir con dignidad y integridad. la vida es corta pero hay que vivirla con orgullo y con el frente en alto, hay que hacer algo, no podemos seguir agachando la cabeza. la cobardía es un mal que paraliza nuestro espíritu, anhelamos nuestra libertad sin importar el precio que hay que pagar por ella...

Preocupada con lágrimas en los ojos, con las manos cubriendo su cabeza, su esposa Tej, le responde:

- ¿qué vamos a hacer si el levantamiento es aplacado por los franceses? ¿qué haremos con los niños, y que pasará con ellos, con Ward?, ¿Qué pasara con Rashaya y su gente?...

Khattar pasó su mano por su bigote, arregló su turbante blanco, la miró con sus ojos verdes, con una fe de que la decisión ya estaba tomada y los preparativos estaban en marcha… los hombres del pueblo ya estaban con los preparativos y sus armas ya estaban listas, le replicó:

- nacimos para vivir dignamente y para morir dignamente… morir hoy dando la libertad a todos, será mucho mejor que vivir cien años humillados… lo que está escrito, escrito está… el destino nos trajo a los franceses y el destino con nuestras manos, se encargara de ellos… ellos tendrán que entender que los pueblos tienen derecho a la vida digna, a la libertad… somos los dueños de nuestro propio destino… no nos dejaron otra alternativa…

Pasó su mano al bolsillo de su saco negro, para sacar algo que tenía allí:

- Aquí está la llave de mi baúl, tengo las monedas de oro allí… si me llega a pasar algo, tomaras el caballo e iras hacia el norte. te lo dejo preparado para que tenga una salida rápida del pueblo… esta madrugada, iniciaremos el ataque… cuide a los niños…

Destruida, secaba sus lágrimas que cubrían sus mejillas y con un fuego en el corazón, lo miró, con aquella sensación que el corazón dicta y le dijo:

- te estaremos esperando, nuestra vida sin ti no tiene sentido… en el destino nuestro está escrito vivir estos momentos… no podemos cambiar nada… tengo miedo del mañana, acuérdate de tus palabras que siempre repites: “del centro de las dificultades nacen las soluciones”…

Khattar la abrazó, puso su mano encima de su cabeza y le dijo:

- estaré con ustedes siempre… te deje unas semillas que son nuestros hijos, cuídalos… quiero que sepan los pequeños que la libertad tiene una puerta, su llave la tienen los que la anhelan y se abre con el sacrificio, para que los otros sigan el camino…

Caminó hacia los niños dormidos en el suelo en los colchones de lana; la luz de la luna llena iluminaba sus caras, los abrazó, los besó, levantó a su pequeña Ward, la acercó hacia Él, con un largo beso en su frente y con una lágrima que se escapó se despidió…

Pero, Ward no podía despedirse dormida, lo miró en los ojos y le regaló su acostumbrada sonrisa angelical con gestos de alegría, como si fuera una despedida especial en el honor de su padre….

Khattar el hombre respetado en su pueblo, el Porta Estandarte del levantamiento, un hombre de ojos verdes, con bigotes color castaño bien cuidados, el hombre del turbante blanco, cuerpo alto atlético, algo que le daba una majestuosidad… era la admiración de todos, cabalgaba en su caballo árabe de color blanco, el cual era famoso en el pueblo de Rashaya por su marcha sincronizada, con sus pasos finos orgulloso de su jinete…. Khattar no pudo evitar abrazarla después de su sonrisa, la entregó a su madre, secó sus lagrimas, agarro su arma, puso su cinturón con las municiones y camino hacia su caballo preferido, no sin antes, hacer una ultima mirada hacia la casa viendo a Ward con su madre despidiéndolo en la puerta...

1 comentario:

Campanita de BarZaires dijo...

Gracias por compartir todo esto,será un placer leerte y saber toda esta historia, ward es como si la viera,lo mismo que su padre, los lugares, aunque lo dificil es la relalidad de ese momento, no voy a querer perderme ninguno de los capítulos que con tanta maestría nos dibujas, tal como nos tienes acostumbrados, con tu estilo tan especial de siempre.
Un beso muy grande.