sábado, 25 de abril de 2009

Capitulo 5

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Khattar esperaba el acercamiento de sus compañeros para seguir la otra etapa. El sol anunciaba su llegada, el monte Hermón lo escondía atrás y con la ceremonia del color azul profundo que se tornaba mas claro con el paso de los minutos que le daban el camino… Kattar necesitaba la escalera hecha a mano de troncos de roble para poder subir, y así buscar entrar por una de las ventanas que tenía el muro y de las cuales disparaban los franceses.

Mientras que unos cubrían disparando contra los franceses, los hombres de la escalera se movían con rapidez, y los treinta metros parecían toda una eternidad, una distancia infinita... al fin llegó la escalera, que estaba salpicada por la sangre de tres compañeros que cayeron bajo el peso de las balas francesas disparadas por aquellos soldados; no hay tiempo para pensar en ellos, la muerte en una batalla es un honor sagrado… levantaron la escalera y la apoyaron contra el muro del fortín.

Khattar empezó a subir, pero Él no veía que a tres metros de él, había una boquilla de un fusil francés famoso y conocido como el “treinta y seis”, del cual sale un disparo. Sentía Khattar que algo lo atravesó, pero no entendía por un segundo lo que le sucedió; instantáneamente perdió la fuerza en sus manos y piernas, el disparo lo atravesó entrando por el hombro derecho y salio por la cadera pasando por la área de los pulmones y el estomago destruyendo su cadera izquierda. El cuerpo, sin la fuerza con la que contaba aquel valiente hombre se desplomó.

Sus compañeros lo recibieron, lo acostaron, mientras que otros trataban de reemplazarlo… la perdida era significativa. Khattar, agonizando le pidió a un familiar que entregara su arma a su familia, una tradición muy común, y el arma se entrega en general al mayor de lo varones.

… Khattar sentía mucha sed, pidió agua, la sangre salía de su boca dificultando su respiración, sus ojos se congelaron, su mirada vacía indicaba su asenso al oriente eterno… Su compañero trataba de animarlo, pero en vano, Khattar ya se había despedido de su familia, sabía que iba a morir, sabía que no iba a ver más a su amada Ward, a su esposa Tej y a sus pequeños...

Todo estaba listo en la casa de Khattar para empezar la odisea. Escapar en el caballo con los niños con lo que podían cargar. Tej contemplaba el interior del baúl sacando las esterlinas… encontró cosas que la hacían recordar a Khattar y los momentos felices. Eran felices y vivían bien. Ella sentía un vació interno, lagrimas inevitables salían de sus ojos, sentía que Khattar la estaba llamando, la necesitaba, lo sentía cerca…

En este instante escuchó una voz conocida de un familiar que tocaba la puerta llamándola… Ella, cargando a Ward, hizo los pasos más largos y angustiados de su vida y parecía la distancia para llegar a aquella puerta, infinita… La abrió y encontró a un hombre, con su ropa impregnada de sangre. Lo miró a la cara, y los ojos decían todo. Ella en un instante se le nubló la mente, y trataba de mantenerse parada, y con una voz que se ahogaba y apenas podía salir, le preguntó:

- ¿dónde está Khattar?.

El hombre que trataba de respirar, entre el dolor por la pérdida y el cansancio, le hizo una seña para acompañarlo, contestó:

- no pude cargarlo más, ayúdame porque lo dejé cerca de aquí en el callejón – y empezó a llorar también-.

Ward dejó su sonrisa acostumbrada, sintió algo. Su madre la entregó a su hermano de ocho años y les pidió quedarse dentro de la casa…

La angustia se transmite, el dolor interno viaja a través de nuestros movimientos... el idioma del alma y de los sentimientos es universal, se entiende sin la necesidad de explicaciones... A su corta edad, los hijos Khattar lloraban la muerte de su padre.

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2 comentarios:

Campanita de BarZaires dijo...

Sentía el miedo de que algo así podía pasar, me da pena de que apenas nos lo muestras ya inevitablemente haya sucedido esto, las sensaciones cuando se ama a alguien se presienten mucho antes de cualquier instante o cualquier momento, es difícil de explicar, pero se siente y se presiente, creo que cuando los seres están muy unidos un hilo invisible transmite de un lado a otro del corazón todos y cada uno de los sentimientos, a veces se sienten cerca, otras lejos y ese vaivén existe entre la conexión de la gente que se ama, y notas el estómago encogido y deseas pensar en otra cosa y decir, sólo me lo estoy imaginando, pero se siente, cuando amas a alguien es una alma en dos cuerpos.
Están muy bien escritos y detallados cada uno de tus capítulos, siento que Ward perdiera su sonrisa pero ella forma parte de ese eslabón de sentimientos.
Besos y abrazos Aleksander.

Aleksander Nagi dijo...

… Ward, la heroína pequeña.
… Ward, la sonrisa eterna
… Ward, el ángel de los ángeles.
… Ward, el retoño más hermoso.
… Ward, alma pura.
… Gracias por tus palabras Campanita.
… besos y abrazos